Bailabas junto a mí canciones viejas,

antiguos éxitos de algún verano

que escucho por azar.

Para el recuerdo ningún guardián tan fiel como la música.

Yo era un niño asombrado por tu cuerpo,

pero llegó septiembre a separarnos.

Me abordaste de nuevo en la ciudad

más alta y maquillada, en sus rincones

perdimos la inocencia como un guante

lanzado con descaro a los demás.

Con el paso del tiempo representas

los cines de reestreno y la pasión.

No pudimos cumplir los veinte juntos.

Me tentaste después de otras maneras,

y tomabas las formas más extrañas.

Aprendí ciertos juegos a tu lado,

el frío que amenaza tras la fiesta,

y algunos trucos, casi siempre sucios,

para fingir calor antes del alba.

Empezaba a pensar que no existías.

Te acercaste de nuevo, por sorpresa,

en un pequeño bar de facultad,

nos amamos despacio y con asombro.

Estábamos cambiados y creí

que no te irías más de mi universo.

Hemos sido felices estos años.

Y ahora regresas otra vez,

hermosa, desconocida y joven como siempre,

tentando todavía al desaliento.

Regresas otra vez para que entienda que te he perdido ya,

que sigo solo.


Vicente Gallego.