La desesperanza.

Hacía tiempo, creo que desde que viví con mi abuela, que no veía fotos en los espejos. Ella solía distribuirlas de manera aleatoria y sujetas en el hueco que hay entre espejo y marco. Con la perspectiva que nos ofrece el paso del tiempo para estos asuntos, ahora sospecho que allí estaban colocadas, igualmente para mirarlas, como para representar una alegoría de cualquier comitiva familiar.

En el cuarto, primorosamente decorado, en el que Natalie Wood duerme cada noche también hay un espejo. Un espejo que sujeta, como lo hacía el de mi abuela, varias fotografías que la actriz besa cada noche antes de acostarse.

“ Esplendor en la hierba” me despierta un cúmulo de sensaciones que según el tiempo, la compañía o la energía que tengamos , languidecen o se presentan en todo su esplendor.

Me muesta con claridad lo difícil que es dar, paz, consuelo, afecto, tolerancia, amor. Lo difícil que es ,en ocasiones, recibirlo.

Al terminar de ver la película, caí en la cuenta de la importancia que tienen “ los silencios “. Como en la vida, está repleta de ellos, casi imperceptibles pero numerosos. Silencios discretos que delimitan de forma impecable el sentimiento de cada plano. Bajo la lluvia, en el pasillo del instituto, entre sus padres, en el reencuentro de los protagonistas…en el cuarto donde las fotos atrapadas en el presente nos permiten ver el pasado.

En la frase, seguida de un sobrecogedor silencio, “ SI NO FUERA POR TI YO NO ESTARÍA AQUÍ” se encuentra uno de los instantes mágicos de la magistral película.

Quizás son dos planos los que descubre la esencia de esta. Son iguales: plano americano y traveling en el pasillo del instituto, planos con idéntico movimiento de cámara y de personaje ,pero planos antagónicos. En el primero, Natalie Wood, acompañada por la persona que ama, camina mientras sujeta contra su pecho varios libros. En este caso, el paso firme y los ojos grandes que miran seguros al frente contagian satisfacción.
Por el contrario, en el segundo plano camina por el mismo pasillo, el mismo bullicio, la misma protección en el pecho, pero esta vez sin embargo no la acompaña Warren Beatty, en su lugar está la soledad. El ya no esta allí, y es la soledad la que transforma su dicha en aflicción.
Sin duda Elia Kazan, a través de los ojos de Natalie Wood, nos enseña que es el amor y que es la pena.
Aunque creo que ambos sentimientos, al fin y al cabo van muy unidos.

Los personajes en esencia se definen perfectamente en sus naturalezas, cualidades y gustos. Cuanto miedo, cuanta mala decisión tomada, cuanto arrepentimiento.
Veo a la hermana rubia, “la perdida”, que violentada por la vida está descrita perfectamente en un solo plano; ella, al fondo de la terraza, borracha y expulsada de la fiesta, es observada, mostrando solo su espalda en la imagen, por varios hombres que fuman y beben largos vasos de alcohol.
El primer desayuno del Señor Staper, rodeado de plata y mantel de hilo fino, y sin embargo empuñando el tenedor cual rudimentaria navaja de campo me muestra lo iracundo del personaje.
Finalmente el padre de Natalie Wood, completamente pusilánime aunque redimido finalmente diciendo la verdad a su hija con la frase “ está en la vieja granja”.

Esplendor en la hierba nos guía por el camino donde las segundas oportunidades escasean, nos muestra como de quebradiza es la felicidad, y sobre todo como parece ser en ocasiones de inalterable la incomprensión.

Al final, la pregunta.

Deanie: “¿ eres feliz?

Bud : “ hay que tomar las cosas como vienen “.

Sobre Esplendor en la hierba ( 1961)
Dirigida por Elia Kazan.
Una película sobre las incomprensiones entre padres e hijos.