
La mejor foto de Cecil Beaton no es de Cecil Beaton. Lo vemos en compañía de Greta Garbo por una calle londinense (¿Bond Street?). Atildado, mira de frente, no cuida del fotógrafo, más bien displicente lo desprecia, y se encamina con paso decidido. Viste discreto, con un gabán oscuro y unos elegantes guantes negros. La Garbo, un paso atrás, parece más sencilla y le adorna un toque intelectual, sin preocuparse de su reconocida distinción. Los dos se saben más espiados que fotografiados y guardan una distancia física que no los muestra como pareja, tampoco como amigos, tal vez como si mantuvieran una indefinible relación familiar. Probablemente, aventuramos que nadie supo más de Greta Garbo que Cecil Beaton, y quizás el solitario Beaton nunca estuvo más abierto a una mujer que a la gran estrella sueca. Los dos supieron vivir con elegancia y discreción, como en la foto, entre los velos pintados que escondían sus propias pasiones o historias, su intimidad: los dos fueron seres solitarios en una lucha continúa por su soledad.
Beaton no inventó nada. A partir del Simbolismo francés y, sobre todo, de su traducción inglesa, el prerrafaelismo, el artista intentó en su juventud trasladar el mundo de Oxfordbridge a la imagen. Para ello buscó crear desasosiego emocional, cierta impresión de evanescencia , ligada al mudo mundo de lo fantasmagórico, tan del gusto de la sociedad victoriana, y una determinada artificiosidad en la que los aristócratas parecían habitar un teatral mundo imaginario que tuviera de fondo las inquietantes villas aristocráticas, que en nuestro imaginario cultural pudiera ser la inexistente Brideshead de Evelyn Waugh. Junto a ello, las imágenes de la realeza resultan tan surrealistas como lo es la propia definición de monarquía.
Interesa en Beaton su acercamiento al mundo del cine, o mejor, al mundo de la belleza. La perfección de Marlene Dietrich, las Hepburn, la segunda Audrey, para la que como Pigmalion, crea todo un estilo y una única y original escenografía que ya había adelantado en Gigi. En sus fotos, apenas alguna ligera sonrisa (las excepciones) y en todas, soledad, demoledoramente triste en las de Marilyn Monroe, que no aparecen en la selección. Sólo me olvidaba de una pareja: Gertrude Stein y su amiga a lo lejos: de frente, la fealdad deforme de la poetisa de un solo verso
Entre todas, la Garbo, su silencio y su deseo de soledad. El hombre que la fotografió (who shot) también le disparó, descifrando alguno de sus misterios. Recuerdan las fotos de Beaton el ya mencionado titulo de la obra de Somerset Maughan El velo pintado No sólo hay transparencias en personalidades que, tímidas, asoman en sus retratos, sino que además parecen disfrutar ofreciéndonos sus enigmas, sus dudas, sus interrogantes, como si se tratara de rubenianos cisnes que interrogan desde la belleza sobre la belleza misma, presentando a esa misma belleza en su máximo esplendor y en su plena oscuridad.
Resultan especialmente atractivas las fotos del final, provenientes del archivo de la National Gallery of Portrait , en Leicester Square, enfrente de la estatua de sir Henry Irving ( siempre es de admirar un pueblo que ennoblece y levanta estatuas a los actores) Escoge no a las estrellas, sino a los artistas, como a la maravillosa Peggy Ascroft, esa delicia juvenil temerosa en 39 escalones mudada a vieja lunática, enfebrecida en Pasaje a la India; la felina Capucine, la mujer mas hermosa del mundo que no soportó vivir su propia vida , la increíblemente elegante madre de Rex Harrison en My fair Lady , y a las mejores voces del mundo: Richardson, Gielguldy Scofield o el triste lamentar de Kathleene Ferrier que, muy joven, se despidió del mundo repitiendo “Eternidad, eternidad”.
Pero hay mucho más en el mundo de Beaton No hay que dejarse llevar por lo bizarro, lo manierista, el exceso, sino por la simplicidad de las formas, las líneas trazadas a lápiz que marcan y dibujan personas y personajes , actores y seres de ficción
En definitiva, toda una metáfora de la vida que en las fotografías de Beaton se convierte en bella, triste y solitaria realidad.
(JM.G.P.) Las Palmas de Gran Canaria, lunes, 12 de mayo de 2008